En la actualidad, el mundo ha venido presentando importantes transformaciones a nivel histórico, social, político, económico, cultural y tecnológico como producto del proceso de globalización; que se entiende como una nueva fase de la historia humana, en la cual se incluye la perdida de los recursos naturales, se supone la libre movilidad de todo lo que existe, el fin de los estados nacionales y el predominio de las compañía, multinacionales la generación de igualdad de oportunidades y la distribución de beneficios a todas las sociedades, países y seres humanos. [1]
Este proceso se viene impulsando desde los países desarrollados que detentan hoy el poder mundial con sus intereses económicos y políticos, controlando los rápidos cambios tecnológicos y los medios de comunicación. La sociedad se encuentra inmersa en estos cambios acelerados y radicales sin poder omitir su existencia ; a pesar de que el proceso se constituya como una tendencia dominante el desmonte de la función social del Estado y de las políticas públicas sociales, que se trasladan al sector privado y al mercado, focalizando estas políticas en poblaciones vulnerables.
Las consecuencias de estos procesos han generado también nuevos y complejos problemas sociales afectando la calidad de vida de la población, ya que las políticas publicas son una herramienta escrita que a la hora de ejecutarse no responden a las necesidades, intereses, problemáticas y oportunidades de las comunidades. Paralelamente con el estado moderno se estructura un nuevo mercado, en donde lo primordial es la eficacia de oferta y demanda, incluso por encima de los derechos humanos.
Frente a estas nuevas realidades le corresponde al trabajador social redefinir su objetivo teórico, metodológico, y ético teniendo en cuenta aquellas transformaciones dinámicas inherentes en lo social; para Víctor Mario Estrada hay nuevas y múltiples categorías, sujetos sociales, necesidades y situaciones, que se deben mirar de forma critico-teórica de acuerdo con las exigencias y necesidades de la población. [2]
De esta manera se establece un nuevo sistema de valores y principios para el ejercicio profesional donde el trabajador social debe aprender a comprender e interpretar el contexto social, acorde con el libre tránsito de información y la inexistencia de barreras geográficas para la comunicación, teniendo como base una nueva cultura que da tributo a la tecnología marcando el proceder colectivo y comunitario en la actualidad. Por eso las intervenciones a nivel investigativo, individual, grupal y comunitario deben realizarse en el marco de actuaciones éticas.
La ética y la intervención profesional, establecen dimensiones relacionadas desde una perspectiva histórica y critica, con el análisis de la ética como el acto de libertad y conocimiento, la reflexión sobre las implicaciones éticas en la responsabilidad de la producción de conocimiento, y la dirección y consecuencias éticas de dichos conocimientos en la intervención.
La dimensión de la perspectiva histórica en la intervención profesional siempre ha tenido relación con lo ético,: en sus orígenes se orientó en función de normas y valores, basándose en la caridad cristiana; posteriormente estas normas fueron reemplazadas por la idea de una moral universal construida racionalmente para poder normatizar la conducta humana racional y construir una sociedad de bienestar.
Históricamente la intervención profesional se ha relacionado con una ética religiosa desde el código de ayuda al necesitado y la ética racional kantiana desde la normatividad como un deber ser de la profesión. Posteriormente la ética como acto de libertad se define como el movimiento de la conciencia que nos lleva a comprender y analizar la realidad y la vida social y la ética del conocimiento, basada en la formación constante para leer la vida social de los sujetos, la responsabilidad que se tiene en la intervención respecto al resultado de las practicas y los valores profesionales.
El trabajador social es un sujeto moral que desde su formación teórica y práctica ha adquirido una ética basada en una serie de normas y comportamientos que rigen su conducta profesional a la hora de intervenir en determinada área.
Cuando un trabajador social se enfrente a una comunidad, a la cual la caracterizan unos aspectos ideológicos, políticos, filosóficos y técnicos, debe aprender que para hacer hay que ser basándose en un saber. Además el trabajador social debe propender por las relaciones dialógicas que permitan procesos de comunicación recíproca, en donde se facilite el aprendizaje bilateral y los procesos democráticos que permitan el desarrollo comunitario y el bienestar individual de la población.
[1] ESTRADA, Víctor Mario .Intervención Social y Globalización. Ponencia en el 13 Congreso de Trabajo Social, Universidad del Valle, Santiago de Cali. Agosto de 2010.
[2] Ibíd.
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